¿QUIÉN CONTROLA TU VIDA?

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REFLEXIONES SOBRE EL LIBRO PALABRA EFICAZ

Escrito y compilado por el Rev. Emilio Reyes 

Los entrenadores deportivos dicen no hay ganancia sin dolor, y tienen razón. Para obtener el 100% del rendimiento en cualquier cosa que hagamos necesitamos tener dominio propio, los atletas olímpicos entrenan por años para ganarse un momento efímero de gloria. Sin embargo, como cristianos, la carrera que estamos corriendo es mucho más importante que cualquier evento atlético en la tierra. Así que, la templanza y el dominio propio no es opcional para nosotros. Si vamos a lograr la verdadera libertad, necesitamos tener dominio propio y saber quién realmente controla nuestra vida. 

Muchos de nuestros problemas son causados por nuestra falta de dominio propio, es decir, por la falta de control. ¿Por qué pierdo los trabajos?, ¿Por qué no puedo tener mi vida en orden?, ¿Por qué no puedo lograr más en mi ministerio?, ¿Por qué no puedo dejar este mal hábito que infecta la bendición de Dios sobre mí? No puedo hacer ninguna de estas cosas porque no tengo dominio propio y necesito la templanza necesaria, dada por el Espíritu Santo, para quitarme de los hombros el problema más grande que tengo que “Soy yo mismo”. Lo que necesito es que Dios esté realmente en control de mi vida.

Proverbios 25:28 dice, ciudad en ruinas sin muralla protectora. Eso es el hombre que no frena sus impulsos.  Es muy cierta esta Palabra, pues esto es lo que siente o percibe una vida que está fuera de control y a lo mejor está presionada por muchas circunstancias de la vida que no le permiten ver con claridad. Este tipo de personas se convierte en alguien indefenso y vulnerable en todos los sentidos de su vida.

Un buen consejo que brinda el apóstol Pablo para dejar de pretender que tenemos el control y que el dominio propio sea una evidencia en nosotros, es dejar nuestro pasado atrás y estar dispuestos a hacer cambios para seguir delante de una manera renovada está en Filipenses 3:13-14 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Otro aspecto muy importante es darle paso a la disciplina, no dejarnos influenciar por todo lo que sentimos o gobernar por nuestros sentimientos. Démosle lugar al Espíritu Santo para que controle nuestra vida, nuestras emociones y sentimientos que muchas veces nos juegan malas pasadas y toman el control de manera equivocada.

Finalmente, permitamos que la gracia de Dios y su Espíritu Santo nos dé el poder para hacer lo que es correcto. Dios nos dará la habilidad y la determinación para decir no cuándo debamos a hacerlo y para decir si cuando sea lo correcto. Debemos aceptar que sin la ayuda sobrenatural de Dios no podemos dominar nuestros estados de ánimo, nuestra falta de carácter y muchas otras cosas en nuestra vida. Romanos 12:2 nos dice: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Cuando nuestro dominio propio está haciendo probado, necesitamos llenar nuestra mente de las promesas de Dios.

Ustedes deben esforzarse por añadir virtud a su fe, conocimiento a su virtud, dominio propio al conocimiento; paciencia al dominio propio, piedad a la paciencia, afecto fraternal, a la piedad, y amor a el afecto fraternal. 2 Pedro 1:5-7

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